jueves, octubre 31

Cuando tenía seis años
me mandaron
a la colonia del Club Banco Hipotecario
que era en ese entonces, para mí,
el mejor lugar del planeta
pero también el lugar más terrorífico,
como suele suceder.

En Celina en esa época
llovía bastante seguido
y en el bosque detrás de los juegos
se formaban lagunas
y aparecían mojarritas
y renacuajos
casi
por generación instantánea.

Con la botella de HiC
que me había tomado durante el almuerzo
pesqué y nombré un renacuajo,
Hannibal,
porque esa misma noche
había visto El silencio de los Inocentes
a escondidas de mi vieja.

Siendo sincera, yo quería una mojarrita
para descubrir el misterio
de cómo puede un pez llegar a un charco,
pero cuando me enteré que Hannibal
iba a mutar en rana,
todo cambió.
Hannibal,
vos estás para más, le dije
no podés vivir en una laguna
que en pocos días más
será historia.

Hannibal, voy a llevarte a conocer el mundo.

Y ahí fuimos, él en su agua pantanosa
fue desarrollando patitas
y siempre que lo miraba
había evolucionado un poco más.

Me había obsesionado un poco con verlo mutar en vivo
e intentaba mirarlo sin parpadear
para que cuando la nueva pata apareciera
pudiera entender cómo ocurría.

De repente
entre el marrón del agua
pude ver sus ojos un día
y empezó a tener una cabeza
y su cola se empezó a acortar.

Íbamos a todas partes juntos
y yo le explicaba
todo lo que sabía sobre el mundo
esto, Hannibal, es árbol
sirve para treparse
esto, Hannibal, es Sega Génesis
si los cartuchos no funcionan
hay que soplarlos.

Hannibal dormía debajo de mi cama
e iba escondido en mi mochila de vuelta al club
todos los días.
Hasta que un día Hannibal
trepó al borde la botella de HiC
y empezó a querer salir
ya con sus patas
con su cuello
con su no-cola
y todo lo demás.
Había desarrollado
una piel resbaladiza
un poco moteada
y ya no se le veían sus órganos internos.

Adios Hannibal,
le dije con respeto.
Adiós al renacuajo más grande que existió
espero que cuando veas una Sega te acuerdes de mí
y que nunca te agarren con una pistolita de balines.

Hoy me acordé de Hannibal
el anfibio de mi alma
ojalá haya reinado entre los suyos,
y que el dios sapo lo tenga en la gloria.


2 comentarios:

Amaury Salas dijo...

Que bello Hannibal. Espero haya tenido una gran vida.

Dante dijo...

Mis respetos