viernes, julio 13

5to coso

Tobías se muere. Se muere pero sigue existiendo, y por eso es que se va. No sé a dónde, pero se va y deja a Fátima y se deja a él. Deja su casa, deja sus ganas, se mata, quizás para renacerse. Antes de irse le escribe a Fátima una carta para salvarla de lo que ya lo consumió a él.

Fatimita hermosa:

Abandonando el tiempo te ponés a hablar una vez más sobre relojes internos y recitás, como todas las mañanas, la lista de todas las acciones que nunca vas a tomar pero quisieras. Sabés que eso es horrible, pero no podés parar de hacerlo, y yo a veces te entiendo Fátima hermosa, Fátima de la tierra debajo de las uñas y de las confesiones debajo de las palabras. Se te cansan las ganas entonces, se te seca la boca, y aunque tenés ganas de gritar te callás, y aunque tenés sed no bebés, y aunque sabés que al final sólo te queda comerte a vos misma (intentando no vomitarte esta vez, no lo digo por vos sino por el piso, nena, que después lo tengo que limpiar yo y es un garrón) otra vez te asqueás y no probás bocado. Famélica, sí. Y por elección. Aunque hagas de cuenta que la libertad no existe. No te hagas la boluda.
Abandonás el espacio después, no sabés si corrés por el cosmos o por el caos, pero empezás a correr, no sabés adónde vas pero es preciso llegar cansada, o al menos eso te dijeron. No sabés adónde vas, y aunque el tiempo no existe, estás llegando tardísimo, Fatimita. Correr es por calles angostas de plastilina y con piernas de lo mismo, y aunque sabés que no vas a llegar corrés, desesperadísima, ya con los muslos más que con los pies. Correr se convierte en arrastrarse, y para vos, que estás tan acostumbrada a volar, Fátima querida, eso es indecoroso. Ahora lo único que querés es explotar y que de vos salgan pájaros y no reptiles, pero qué le vas a hacer si cuando era tiempo de mudar la piel vos te quedaste recitando acciones. Fátima linda, bonita, reina de los unicornios y las brujerías: despertate. Ya no hay nada en este suelo que te haga bien, ni tus pies ni el barro son tuyos en realidad, ni tus brazos ni los ajenos te pueden abrazar cuando te derretís. Tu destino, si es que existe algo como el destino y no estamos saltando en realidad de probabilidad matemática en probabilidad matemática, era ser bebida o fluir por algún río, pero ahora sos agua estancada que se arrastra y se congela, y no hay nada que hacerle, Fátima bonita, el destino es mentiroso y vos, congelada o de plastilina, con huesos de tiza o con la carne agusanada, con escamas o con plumas, tenés que abrazarte, comerte y seguir cavando. Algo vamos a encontrar que se parezca a un unicornio, aunque sea sólo una chapita de Coca-Cola. Pero no, dejemos de escapar y abrazame, que al final es lo mismo que abrazarte si lo pensamos, abrazame y despertemos, que este ya no es nuestro suelo y estos ya no son nuestros pies, y es hora de aceptarlo y seguir caminando. Ya no vamos a volar, Honeypie (oh honey pie, my position is tragic, come and show me the magic of your Hollywood song), pero te prometo que ya no corremos y te re mil re prometo que no te voy a hacer arrastrar más. Perdón.
Nuestro

Tobías el vivo y Tobías el muerto.

Fátima rompe la carta y rompe el vaso del que tomaba Tobías. Se tapa los ojos, se destapa el cuerpo y se va a dormir. Aunque quiere romper todo sabe que lo que dice y no dice Tobías es cierto.

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