jueves, septiembre 4

Cuando no hay nada por llorar
se petrifica hasta el vómito.
He decidido abrazarme a todos mis fluídos
no sudo ni una gota
no menstrúo
no salivo.
Velar el vómito que no se ha derramado
es el funeral de la comida que digerimos de más
juntar los pañuelos descartables llenos de mocos
única pertenencia del que no tiene ni amor propio
junto con el colesterol alto y el saldo negativo de la sube
y emprender la aventura
de esperar un bondi
toda la noche
con todo el alma
con la dedicación de la Madre Teresa
y la bizarría del Libertador don José de San Martín.
Ver amanecer
esperando el bondi
baja la temperatura de golpe
la niebla esconde los huesos
y me deja toda carne
toda churrasco
con los mocos en las manos
con las manos llenas de moco
con la garganta ácida de bilis.
Soy un roedor nocturno
la rata de la noche se desplaza, sigilosa
la rata de la noche espera el colectivo
con parsimonia
con precisión
atenta a los sonidos de los gatos madrugadores
abrazando sus mocos
abrazando sus fluídos
los ojitos negros entrecerrados
hurgando en el fondo de los bolsillos
con las manitos rosadas
con los deditos largos de rata nocturna
a ver si encuentra
algún moquito más
una monedita plateada de cinco centavos
y entonces se acuerda: las ratas no tienen bolsillos
y pasa el colectivo.

Lo dejo pasar
Doy media vuelta
vuelvo caminando a casa.


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