domingo, mayo 24

Que me tapo la boca para ver si puedo no vomitar ni besar esta vez y no me sale y se me salen las vísceras y se me quedan las palabras viscerales. Mamá me digo y acuno algunos gusanos y algunas angustias que no tendría que alimentar pero. Les doy lecho y leche chocolatada y no tendría que abrazarlos pero. Me dejo comer los ojos y les leo un cuento sin voz que se termina donde se me termina la garganta (más o menos a la altura del ombligo) y donde me empieza un grito que es remedio e irremediable. Que ser está cada vez más caro y que uno está cada vez más podrido de (por) todo. El grito se me pega a la cara como chicle o como manos y las palabras en la nariz duelen más que en las entrañas. Yo tengo ganas de llorar bien y a los gritos y de decirte que adopté unos gusanos y unas angustias, que viven en mi panza y me hacen obesa y raquítica, que les cocino arroz con leche y que la leche está cortada. Y que no quiero figurarme más cosa sin figura también. Y también que quiero desvestirte. Pero no. No porque las palabras me tapan los lagrimales. Y no porque te empapé las sábanas demasiadas veces. Así que me tapo la boca para ver si esta vez logro hacer silencio y decirte mi cuerpo sin nombre ni figura. Y que me abraces un poquito para decirme vos hija de nadie y madre de todos: estás equivocada.

1 comentario:

Eloise dijo...

hola xime, escribís y transmitís hermoso. eso.
:)