domingo, mayo 24

Imperativo intersticial.

No vengas a mí con tu voz de platos rotos. No. No me preguntes si quiero té con tres de azúcar o qué le hice a mis pulmones, o si tengo la carne herida o por qué me dejé engordar para la cena. No te sientes en mi cuerpo ni me abraces ni me lullas. Tenés manos de venas y venas de planta. No me cures. No me calmes. No me describas lo que estoy ignorando ni me autorretrates. No me pienses cuando te sobra tiempo ni cuando te sobra apatía. No te sientas triste por mí ni estés feliz por mí ni te exites conmigo. No te acuerdes de cómo era y no me pongas a llorar. No nombres mi ombligo a escondidas ni por megáfono. No me dejes vomitarte. Dejame. No me alimentes, no me cries, no me cuides. No me digas el clima, no me digas silencios, no me digas callate. No te calles. No te caigas. No me mires en el espejo ni te decepciones de mí, no me dejes pasar ni pesar y no toques la puerta de mi casa. No vengas a mí con mi voz de platos rotos. Dejame caer.

1 comentario:

Leftraro dijo...

No quiero que me digas nada
si es tan duro vivir como un duro.
Si corrés peligro con solo venir aquí
no me digas nada ladrón de mi cerebro