miércoles, noviembre 21

El primer beso que nos dimos fue en la estación congreso de la línea A. Vos tenías olor a colonia paco y sudor y yo tenía puesta la pollera más horrible que tuve en mi vida. Se te paró el pito y te dio vergüenza y cuando crucé la calle me di vuelta para mirarte y estabas escondiéndote atrás del semáforo. A mí me causó gracia pero no entendí nada. Tenía trece años. Me fui con un cacho de pantalón tuyo que al día de hoy conservo colgado de mis llaves y todo me parecía muy sexy y ridículo y medio inocente y acá estoy. Tengo 19 y tetas y estoy escribiendo esto como si fuera una ficción pero sólo es una muy buena historia. No por eso es mentira. Me lo tengo que repetir de vez en cuando. No porque parezca mentira lo es. Y no porque sea verdad tengo que estar volviéndome loca cada noviembre y preguntándome cuándo va a caer la última ficha. Pero a veces en mi cabeza rebota un wordart gigante y noventoso que dice "¿qué hiciste?". Es el horror. Y tiene un sabor muy raro.
Vimos una mariposa plateada una vez. A mí me pareció una confirmación. Ahora desconfío.

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