martes, diciembre 22

No estoy bien
no,
pero estoy
demasiado.
Soy un
cacho de churrazco
sangrando
crudo
crudo
chorreando
nervioso y
casi mugiendo.
Estoy muy sola
muy desnuda y
no me acuerdo dónde
dejé los botones de mi vestido.
Y en pleno
fingir
que llevo guantes
para que a nadie se le caiga el monóculo
pienso
en todas las veces que
me quedé en casa
en vez de abrazar
y en cómo voy a cocinar la angustia
para la mesa navideña.
No estoy bien
pero
ni bien pueda
voy a.

miércoles, diciembre 16

El cadáver que no murió

Cuando María mira María mira María mira María a María mira a María manifestar sus misas en cualquier cosa. Quiere ser siempre una mujer con tetas por las rodillas. Mujer con tetas por las rodillas busca hombre entre cincuenta y sesenta años que disfrute las caminatas por la playa y el jugo de naranja exprimido con ganas y furia mogólica apasiguada. Apasiguada la manteca, procedemos a tranquilizar 300 gramos de harina y mezclamos todo en un bol y esperamos que se hagan amiguitas sanguinarias, chinitas sádicas que decapitan palomitas y casitas de muñecas de trapo, de plástico, inflables e inflamables globos sueltos en plaza congreso de dia y de noche de día y de noche. De noche no. De noche nada. De noche las cosas crujen y uno se sacude.

domingo, diciembre 6

No puedo hacer nada más por tu ombligo. Perdón.
En las células la nena aloja un rinoceronte que está enojado y quiere comer, herir y revolcarse en su mugre. Y también un elefante bebé, que se encarga de memorizar cada abrazo y cada arroz con leche y llorar sus muertes. El elefantito supura por un par de heridas que son internas, y que le llenan el cuerpo. Siempre a punto de explotar. El elefantito se encarga de amar. El rinoceronte se encarga de preguntar. Se pregunta por qué no alcanza con ser un rinoceronte y con cuidar de las cosas que duermen para que no se las coman. Se pregunta cómo hay que hacer para dejar de estar enojado, hambriento y sucio. Se pregunta dónde hay que ir para dejar de tener sensación de que todavía hay que llegar a casa. Y no duerme. Y no se queda quieto. Inquiere. El elefante bebé dice no tiene caso y cocina un montón de cosas ricas. Y duerme. Y espera. Y memoriza. Memoriza los besos en los cachetes y en la panza, y memoriza la forma de los animales que descubre y las palabras que aprende y memoriza los días en que la luna se ve más grande o más amarilla y memoriza los lunares de los nenes y las bocas de las nenas. Y ama y cuida y teje y desteje. La nena es un bolo alimenticio y se dedica a la ciclotimia y al tabaquismo. Le duelen las rodillas. Hay veces que teje. Hay veces que hiere. Y hay veces que se le revuelven tanto los animales que se queda quieta, esperando a que la jungla la parta al medio.