jueves, marzo 19
Me pasa la compulsión, la convulsión, los confites. Ando con dolor de muelas de tanto masticar concreto, y no tengo bici amarilla ni huerta ni duraznos. Mi profesora de literatura dice "sistematizado" demasiado seguido y a mí me falta una maestra que me explique cómo se mueven las rodillas y cómo se consigue la voluntad. Se me acaba el tiempo. A veces me parece que estoy muy lejos de las cosas, y a veces están tan cerca que me duelen un elefante. Me pasa chiquitita, sucia, sola. Y generalmente está bien, pero de vez en cuando me retuerce las tripas. Me pasa el frío de los treinta grados, lo rico de la basura. Acostumbro desmayarme y ahogarme más de lo normal, y hace poco entendí que la sal arde más de lo que sazona, pero no me sirvió para nada. Me pasa y me pisa. Por suerte de vez en cuando miro un gato y miro un árbol y miro el olor del café, y entonces casi todo está bien. O yo estoy bien con casi todo.
miércoles, marzo 18
jueves, marzo 5
Si usted hoy se despierta y advierte que ha abierto los ojos de la manera en que los hombres abren los ojos
significa que es tiempo de reconocer que se es un hombre
y no un señor.
Entienda: esto es el mundo real. Hay dolores de panza
y compra y venta de seres (los accesorios se venden por separado) de distintas texturas y colores. La gente entra cómodamente en su nombre y se las arregla para no palpar nada, y a los hombres que no son señores los devoran las señoras obesas. ¡Pero a no temer! Abra los ojos hoy y sea hombre, rompa su nombre y sea etcétera. Búsquele los sexos, los pulmones y los corazones a las cosas e indáguelos acerca de la naturaleza de lo que está tanteando. No nombre. El mundo real, así, se restará un dolor de panza, y su alma perderá todo valor comercial. En cuanto a las señoras obesas, la única manera de vencerlas es ponernos a su merced. Reconocerle la diabetes y la papada, mirarle como si se la estuviera olfateando y saber que apesta a quieta, jugar a hamacarse colgado de sus muslos, plantar flores en los pozos de sus piernas celulíticas, encontrarle el ombligo y limpiarlo de pelusas y quitarle pedacitos de hombres muertos de entre los dientes. Sólo después del reconocimiento puede usted intentar amarla. De lograrlo, estará a salvo en su condición de hombre, y la señora devendrá en mujer. De ser incapaz, podrá volver a su condición de señor e invitarle un tecito a la señora obesa.
significa que es tiempo de reconocer que se es un hombre
y no un señor.
Entienda: esto es el mundo real. Hay dolores de panza
y compra y venta de seres (los accesorios se venden por separado) de distintas texturas y colores. La gente entra cómodamente en su nombre y se las arregla para no palpar nada, y a los hombres que no son señores los devoran las señoras obesas. ¡Pero a no temer! Abra los ojos hoy y sea hombre, rompa su nombre y sea etcétera. Búsquele los sexos, los pulmones y los corazones a las cosas e indáguelos acerca de la naturaleza de lo que está tanteando. No nombre. El mundo real, así, se restará un dolor de panza, y su alma perderá todo valor comercial. En cuanto a las señoras obesas, la única manera de vencerlas es ponernos a su merced. Reconocerle la diabetes y la papada, mirarle como si se la estuviera olfateando y saber que apesta a quieta, jugar a hamacarse colgado de sus muslos, plantar flores en los pozos de sus piernas celulíticas, encontrarle el ombligo y limpiarlo de pelusas y quitarle pedacitos de hombres muertos de entre los dientes. Sólo después del reconocimiento puede usted intentar amarla. De lograrlo, estará a salvo en su condición de hombre, y la señora devendrá en mujer. De ser incapaz, podrá volver a su condición de señor e invitarle un tecito a la señora obesa.
cien porciento leche materna pasteurizada descremada y emancipada.
Estas hijas de la
transgenización tienen
vaginas en vez de ojos y
no lloran de tristeza
sino de orgasmo.
Las hijas de la
transgenización tienen
el tacto extendido sobre
el mundo y
miran las cosas
con las manos mientras que
con los oídos
intentan decir esta que soy
y no
decirlo en sentido figurado sino
en el sentido
contrario a las agujas del reloj pero
escupen.
Yo soy
la hija mayor
de mamá moderna
y nodriza transgenica.
transgenización tienen
vaginas en vez de ojos y
no lloran de tristeza
sino de orgasmo.
Las hijas de la
transgenización tienen
el tacto extendido sobre
el mundo y
miran las cosas
con las manos mientras que
con los oídos
intentan decir esta que soy
y no
decirlo en sentido figurado sino
en el sentido
contrario a las agujas del reloj pero
escupen.
Yo soy
la hija mayor
de mamá moderna
y nodriza transgenica.
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