lunes, diciembre 1

Amelia

Y entonces va a buscarse al espejo para contarse lo bonita que está. Se mira y después de un rato se reconoce. Desdibuja los bordes porque sin bordes puede hacerse lo que quiera. Se pone más tetas, se achica la boca y se hace piernas más largas. Reacomoda los lunares, recorta las puntas de pelo, aumenta el arco de los pies. Achica la cintura. Se imagina un vestido. Arma escenarios de femme fatale que se pinta la boca de rouge y coje mejor que una puta y la tiene más clara que Nietzsche. Asusta a todos. Se queda sola y loca. Vuelta a desdibujar, y ahora se achica las tetas, se aplana el vientre, trenza el pelo y agiganta los ojos. Se figura un globo rojo, enorme, brillante. Deposita una hormia negra y diminutísima en el dedo índice de la mano derecha. Ahora es una nena con veinte virginidades diferentes y renovables. Pregunta más de lo que puede concebir y le contestan sí, no y callate, en ese orden, todas las veces necesarias hasta que cierra la boca. Así que empieza a preguntarse para adentro y muy, muy de a poquito deja las hormigas en el suelo y se pone a hacer todas las otras cosas que hace para adentro también. Se queda sola y cuerda. Se borra otra vez.
Pone los bordes en su lugar, arma unas tetas tamaño mano, unas piernas finitas pero cortísimas, una panza chatita y unas caderas inexistentes. Suelta el pelo y le dibuja algunos firuletes. Distribuye los lunares entre la entrepierna y la panza. Se figura la ropa que puede y se quita el rouge. Es una Ella. Tiene algunas cosas claras, colecciona virginidades y de vez en cuando se procura un globo. Coje como puede y es bastante femme pero no mata a nadie. No sabe si está loca o cuerda, pero tiene muy clarito que está sola. Y le encanta.

3 comentarios:

Magui dijo...

le cambiaste algunas cosas viste vos.

Coje como puede y es bastante femme pero no mata a nadie.

me gustaba más lo que decía pero poco fatale o algo así y algo flasheado ahí en el final que lo recordaba más mejor.

eso. y que te amo con locura infinita

Cereza dijo...

Oh mi dios, me has dejado los oros tontísimos y he tenido que comer mucho hielo para calmarme. Amelia hermosa, cuanto sentido encuentre. Anonada nomás. Y esas dos frases últimas me han dejado calladísima la boca. Las manos a veces me hablan por sí sols viste. Esto de los teclados supersónicos.

Cereza dijo...

Los oros son lo mismo que los poros.