miércoles, octubre 28

Descripción horizontal.

Sin arrepentirse ni llorar más de la cuenta han comprendido la verdadera desesperación y la digieren. Él se puso el corazón de ella en la boca y mientras mastica le jura que nunca y le jura que siempre sin decir una palabra. Ella está acariciándole lánguidamente las glándulas suprarenales como hacen las mamás y las enfermeras y uno mismo. Él tiene mucho miedo. Ella tiene taquicardia.
Se juran que nunca, que siempre. Que no lo van a permitir. Se juran que los peces y que Dios pero no se juran por Dios a ver si todavía. Odian a Descartes. Él le pregunta a ella en idioma de ojos qué van a hacer con todo esto. Es una pregunta retórica.
Cojen. Cojen más al borde de la cama que nunca y con una actitud atávica que no entienden pero conocen perfectamente. Ella en idioma de ombligo le pregunta a él qué se hace para no querer morir. Pura retórica. Afuera hay pájaros que gritan y hay hombres que callan y hay tormentas y ella se conmueve. Él acaba. Durante un rato no desean nada y se retuercen de humanidad. Después viene el monólogo y él lo ataja en el aire y monologa largo y tendido sobre el pensamiento formal como quien cuenta un cuento de terror. Ella lo escucha tanto, tanto y tan bien que no puede entender nada de lo que dice, pero sí le entiende la transpiración, los lunares, el temblor de las manos. Me gustaría poder compartir los pájaros con vos le dice ella. Suspiro. Vos nunca entendiste los pájaros. Él dice a mí me gsutaría que compartieramos el miedo. Vos nunca, nunca lo entendiste. Enroscan los pies. Él le dice en idioma de manos esta es la cama de los bichitos más tristes del mundo. Ella afirma con los pies.