jueves, julio 30

Capaz que un poco tonta y un poco difícil de digerir. No quiero que me mires con cara de escupir y no quiero que te deshagas de mí. Así que si te revuelvo el estómago no me hables de vos y de tus calambres metafísicos. No me interesa escucharte enumerar las acciones de las que no te hiciste cargo. No me interesa escucharte no hacerte cargo. Tengo un monstruo masticándome el cerebro y no me interesa ponerme linda para vos, no me interesa tener una conversación amena y sentarme con las piernas juntitas a tomar té meñique arriba para vos, no me interesa que me cuentes lo grandioso que sos vos y todo lo que vos gestás, acariciás o contemplas bajo tu reinado omnipotente. Quiero gritar. Quiero hacerte mierda los tímpanos con este gritovómito que tengo en el aparato digestivo y que dice un poco tonta un poco fea un poco difícil de digerir, un poco egoísta y un poco sorda y nada talentosa y bastante torpe, muy débil bestialmente ignorante completamente caída del catre y absolutamente aburrida. Quiero que sangres y que sea mi culpa.

Perdón

Le hemos abierto la panza a la palabra pretendiendo encontrar tripas para hacer una comida, un experimento o un ritual. Encontramos mecanismos de relojería, un par de edificios, un par de mujeres mal embarazadas. Le abrimos la panza a la palabra pretendiendo derramar sangre divina y bautizarnos en el nombre del significante, del significado y del espíritu nuestro. Encontramos arena. Carne podrida. Autorretratos de las cosas que nunca tomaron forma. Baterías sulfatadas. Abrimos el estómago de la palabra tratando de encontrar algo que nos provoque convulsiones y amor. Queríamos conseguir algo que tuviera nuestra cara y nuestra manera de acariciar las cosas que duermen. Hemos levantado el escalpelo con impunidad y con inocencia y hemos cortado un tajo vertical de arriba hacia abajo desde el pecho hasta el pubis. Hemos vaciado a la palabra sin encontrar nada que nos provoque el vómito ni las ganas de nacer. Nadie nos había dicho que estabamos haciendo una autopsia.
Este es un juego que jugamos siempre y a mí no me gusta. Acá abajo escondemos un monstruo decís y te reís bajito. Acá escondemos un monstruo y no se lo decimos a nadie. Yo no sé hablar en francés y no soy lánguida ni bonita pero igual vos escuchás todas mis cosas y me decís mujer. Me escuchás decir acá abajo escondemos un monstruo que se come nuestra basura y me decís shh mujer no grites. ¿Lo escondemos? Mentira, está completamente a la vista. Si te digo que quiero bailar nos canta canciones de Frank Sinatra y si vos querés cojer me hace saltar los botones del vestido. Shh me decís pero ya no me decís mujer. Yo sé que el monstruo eventualmente va a terminar engullendome a mí.